martes, 9 de junio de 2015

Los Recuerdos

A veces creemos imposible superar u olvidar amores, desamores, duras situaciones que nos tocó vivir, o personas que nos lastimaron en el pasado.
Pasan los años, y seguimos recordándoles, recordando la situación, y recreándonos en pensamientos acerca de ello que no nos dejan avanzar en la vida ni ser totalmente libres.
El pasado siempre se encarga de diluir los recuerdos de pasajes dolorosos, pero somos nosotras mismas las que debemos evitar que los fantasmas del pasado se aparezcan una y otra vez en nuestro vivir diario.Lo que pasa es que, a la hora de la realidad, somos nosotras mismas quienes traemos a nuestra mente hechos del pasado, que pasaron incluso hace años o décadas… y haciéndonos pensar que hemos sido marcadas para siempre. Por ejemplo, igual un amor del pasado, bueno o malo, viene a nuestra memoria año tras año… y al hacerlo pensamos, seguramente erróneamente, que pese a todo lo ocurrido y el tiempo pasado, el amor tenía algo tan especial que sigue vivo en un rincón de nuestro corazón.
Y es que, a veces nos recreamos tanto en el pasado, en lo que pasó, no pasó, en lo que se hizo o lo que se debió hacer, lo que haríamos ahora, y lo que hicimos en aquel entonces… que puede que sea bueno y necesario encarar esos recuerdos de una vez, o no nos dejarán nunca.
Hay palabras que se dejaron sin decir, hay detalles que ignoramos o que las otras personas implicadas ignoraron, hay miedos, temores, angustias… y nos persiguen mes tras mes, año tras año con preguntas y dudas. En casos así, tal vez debamos encarar ese pasado, intentar resolver los conflictos pendientes, cosas que deberían haber quedado en el pasado pero que en el presente siguen siendo parte de nuestros pensamientos.
El tiempo siempre lo diluye todo, lo trastorna, lo cambia, y borra unas cosas dejando otras totalmente cambiadas. Sentimientos y recuerdos que nos impiden sentirnos libres, ir a ciertos lugares, encontrarnos con ciertas personas… Puede ocurrirnos con cosas del corazón, y otros recuerdos como de la propia familia, en donde tal vez nunca sentimos el amor de nuestros padres, que no nos cuidaron como hijos, y que al recordarles nos hacen derramar lágrimas olvidadas y provocando pánico ante la sola idea o posibilidad de que vuelva a ocurrirnos algo así en nuestra vida actual…

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