martes, 16 de junio de 2015

Amigas

Hablemos de nuestras amigas: Esas amigas que nos acompañan a la largo de todo el camino. Amigas del alma, amigas de siempre, amigas de la madurez, amigas que fueron, las que un día lo parecieron y las que aún están por llegar. La amistad es un tesoro sagrado, lleno de bendiciones e imborrables momentos compartidos que hay que cuidar con esmero y agradecimiento. La amistad, si es sincera, es un regalo de valor incalculable.

Amigas muchas clases de amigas

Está la que siempre nos hace reír, la serena y equilibrada, la que nos presta el mejor de los consejos, la que nos saca a rastras de nuestra casa, la que habla y habla, la negativa que encuentra consuelo en nosotras, la que, como polo opuesto, nos ayuda a explotar nuestras facetas ocultas, la independiente, la que nos exaspera, y la que siempre nos escucha.

Todas nuestras amigas enriquecen nuestra vida.

Cada una, a su manera, y de forma diferente, nos aporta su granito de arena, llenando nuestra vida de momentos que siempre suman. Nos escuchan, nos animan, nos aconsejan, nos hacen partícipe de sus penas y alegrías. Nos hacen recordar que no estamos solas, y que todas compartimos las mismas preocupaciones, esperanzas, y tristezas.

No todo es siempre perfecto con las amigas

También ha habido malos momentos con nuestras amigas. ¿Cuántas veces nos hemos enfadado con ellas, hasta el punto de replantearnos nuestra amistad? Hemos preferido la soledad a compartir nuestra vida con esa persona que nos ha hecho daño, que ha sido egoísta o que no ha respondido como esperábamos.
Las relaciones, sean del tipo que sean, suelen ser complejas, pero siempre hay que observarlas desde el exterior. Dice el dicho que “es mejor estar solo que mal acompañado”, pero si buscamos a la amiga “ideal”, nos acabaremos encontrando muy solas. No se trata de estar con alguien que no nos quiere bien, pero sí la balanza es positiva, aunque haya cosas que no nos gustan, merece la pena intentarlo.

Pese a todo, ¡merece la pena tener amigas!

La amistad hay que conservarla, porque cuando miremos atrás, comprobaremos que todos esos granitos de arena se han ido agrupando bajo nuestros pies hasta convertirse en una hermosa playa, haciendo de nuestro paseo un camino más llano y confortable.
La amistad no es apego, no es egoísmo, no es amor condicionado. El amor de una amiga es incondicional, se la quiere, y punto. No es dar a “cambio de”, ni un “si me dañas, te daré la espalda”. El amor generoso es lo único que hará que esa amistad perdure en el tiempo, y que, pase lo que pase, supere todas las pruebas.
La amistad también hay que vivirla de forma individual, sin excesivo apego, para evitar la dependencia y las decepciones que ello conlleva. La vida en compañía no debe ser una necesidad, sino una elección.

¡Abraza a tus amigas, son un tesoro que hay que cuidar!

Cada amigo verdadero nos regala la oportunidad de ver la vida de una forma diferente, de aprender una manera distinta de hacer las cosas, de valorar otros puntos de vista, de encontrar nuevas formas de divertirse, de atreverse a tomar nuevos rumbos y decisiones. Nos enriquecen y completan.
Abraza la vida, abre tu corazón, extiende tus brazos y ama. Ama a todas esas personas que quieren entrar en tu vida, recíbelas, acéptalas y respétalas. Puede que la persona más importante de tu vida esté aún por llegar. Cuida de tus amigos de hoy, como el gran tesoro que son. Dales su lugar, y demuéstrales lo importante que son para ti, porque ellos hacen de tu vida un espacio más rico en sabores, más amplio en visión, y más completo en experiencias. Lo que más importa en esta vida es ser feliz. Ser feliz y poder compartirlo, porque la vida en compañía sabe mucho mejor.

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